¿Cómo fueron los inicios de Derrama Magisterial?

¿Cómo fueron los inicios de Derrama Magisterial?
Muchos maestros nos preguntan acerca de los orígenes de la institución, ahora que estamos conmemorando los 50 años de su fundación, allá por 1966. La historia, dicen los expertos, adquiere matices según la persona que la cuenta. Sin embargo hay hechos concretos del pasado sobre los cuales no hay discusión ni opiniones encontradas. Derrama Magisterial fue fundada por un grupo solidario de maestros a mediados de la década de 1960 y, desde aquella auroral generación de fundadores, mucha agua ha corrido debajo del puente, con diversos cambios y transformaciones radicales, con luces y sombras propias del desarrollo de una entidad viva, orgánica, como es Derrama Magisterial. Para esta nota conversamos con cuatro personas que estuvieron presentes en los años previos a 1966, en los que se gestó la primera versión de Derrama Magisterial, muy diferente a la actual: Ina Socorro Castañeda, Gerardo Ayzanoa del Carpio, Moisés Acuña Díaz y Juan Pérez Gambini, educadores que integraron gremios magisteriales anteriores al Sutep -por ejemplo la Federación Nacional de Educadores del Perú-FENEP, la Mutualista Magisterial, entre otros- y funcionarios del Ministerio de Educación de la época que dan testimonio sobre cómo se forjó la idea de crear un fondo previsional de retiro entre maestros.

“Los maestros siempre anhelaron tener una institución previsional”, recuerda Gerardo Ayzanoa del Carpio, quien en 1962 ingresó a laborar a la Mutualista Magisterial, una organización que ofrecía préstamos a los maestros pero sin alcance nacional. “Era muy limitada, concentrada en Lima”, señala Ayzanoa, que fue Ministro de Educación durante el gobierno de Alejandro Toledo.

La maestra Ina Socorro Castañeda, quien llegó de Cajamarca a Lima en 1962, fue una de las fundadoras de la institución. “Con los profesores Germán Caro Ríos, Isaías Poma Rondinel y Juan Carpio Mostajo formamos parte de la Federación Nacional de Educadores del Perú-FENEP, que propuso la creación de Derrama Magisterial”, nos cuenta.

Esa propuesta se plasmó con el D.S. No. 078 que creó Derrama Magisterial y estableció el inicio de sus funciones desde el 1 de marzo de 1966. Fue firmado el 10 de diciembre del año anterior por el Presidente de la República Fernando Belaunde Terry y el Ministro de Educación José Navarro Grau. Una comisión integrada por representantes de la FENEP, gremios magisteriales y trabajadores administrativos del Ministerio de Educación, elaboró el primer reglamento de la institución, aprobado el 25 de febrero de 1966.
Moisés Acuña Díaz, funcionario del Ministerio de Educación en esos años, recuerda que en aquel reglamento se determinó como objetivo institucional el Programa de Previsión Social, que incluía beneficios por fallecimiento, invalidez total y permanente, jubilación, supresión de plaza y destitución a los docentes. Sin embargo, una fallida administración por parte del Estado motivó que, luego de casi dos décadas de captación de aportes, Derrama Magisterial se encontrara virtualmente quebrada, al borde de la desaparición.

Frente a esta posibilidad, el Sindicato Unitario de Trabajadores de la Educación del Perú-Sutep solicitó hacerse cargo de la institución, lo cual consiguió en 1984, tras una serie de gestiones ante el Ministerio de Educación. “Conversamos con el Ministro Valentín Paniagua, el Viceministro Andrés Cardó Franco y la dirigencia del Sutep, y se planteó que Derrama debía ser administrada por los maestros. La resolución ministerial se redactó en ese momento”, nos comenta Juan Pérez Gambini, quien era Jefe de la Oficina de Desarrollo Magisterial del Ministerio.

“Con varios dirigentes del Sutep tomamos posesión de la administración de Derrama que hasta entonces estaba manejada por el gobierno”, dice Pérez Gambini. La situación era desastrosa: No había libros de actas ni documentos contables, y en caja chica solo había 31 soles. Las cuotas de veinte años de aportaciones habían desaparecido. En medio de la catástrofe económica del primer gobierno de Alan García, las posibilidades de recuperación se veían como algo muy lejano.

En la Asamblea Nacional de Delegados del Sutep del 3 de octubre de 1987 se acuerda el reflotamiento de Derrama y el 9 de septiembre de 1988 se aprueban sus estatutos, mediante el D.S. No. 021-88-ED. La nueva administración de Derrama Magisterial contrató al matemático suizo Hans Sutter, experto en sistemas actuariales, que aplicó un exitoso plan de previsión social. Según sus recomendaciones, en 1993 se cambió el aporte del docente al equivalente de 0.5% de la UIT.

“En sus 50 años Derrama Magisterial sufrió varios embates, el mayor fue el Decreto Supremo No. 04-2007-ED, del segundo gobierno de Alan García, que cortó los descuentos automáticos. Pero Derrama salió adelante y el magisterio respaldó a su institución previsional”, reflexiona Ayzanoa. Se refiere a los miles de maestros que, a nivel nacional, ratificaron su voluntad de seguir aportando a la institución, a través de una campaña de afiliación que llegó hasta los rincones más alejados de costa, sierra y selva, en la que se recogieron más de 100 mil firmas de maestros dispuestos a apoyar a Derrama Magisterial. A raíz de este hecho, los aportes dejaron de ser obligatorios para volverse voluntarios, esquema que se mantiene actualmente.

Derrama Magisterial continuó escribiendo su historia hasta llegar a la actualidad con un perfil empresarial caracterizado por la modernización, transparencia y consolidación financiera, además de ser referente en el rubro de la previsión social a nivel nacional e internacional. Hoy estamos orgullosos de ser la institución que ofrece el mejor servicio previsional a los maestros del Perú.

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