¿Es posible adquirir una vivienda con el 25% del fondo de AFP?

Es posible adquirir una vivienda con el 25% del fondo de AFP
El sistema previsional peruano está experimentando importantes cambios luego de la aprobación, a nivel congresal, de la ley que permite el retiro parcial de los fondos acumulados en una AFP para trabajadores que así lo decidan. Hace unas semanas publicamos un artículo relacionado al caso de los empleados en edad de jubilación, quienes de acuerdo a esta ley pueden retirar el 95.5% de sus fondos, mientras que el 4.5% restante pasará al sistema nacional para asegurar la cobertura en atención médica que pudiera necesitar en el futuro. Otro de los casos contemplados en este cambio normativo incluye a los trabajadores activos, de cualquier edad, que pueden retirar hasta el 25% de sus fondos acumulados en la AFP siempre y cuando sea para la adquisición de un inmueble o para amortizar un crédito inmobiliario en curso. Más allá de las voces a favor y en contra, que se concentran en los aspectos técnicos y conceptuales de la seguridad social, e incluso de los análisis de economistas y políticos que se enfrentan por este tema, por un lado aduciendo razones de financiamiento del sistema y supuestos riesgos para las AFP y, por el otro, aplaudiendo una decisión que generó, desde su etapa inicial como proyecto de ley, gran aceptación por parte del ciudadano común, que ve con esperanza la posibilidad de tener libre acceso a una parte de su dinero; vale la pena pensar en el tema central de este segundo caso contenido en este dispositivo legal que tantas discusiones ha producido en las últimas semanas, aterrizado a olas expectativas reales del ciudadano común. ¿Puede un trabajador promedio, con la cuarta parte de su fondo de AFP, completar la cuota inicial de un departamento o amortizar de manera importante su crédito hipotecario? De eso trata esta nota:
El llamado boom inmobiliario continúa en plena vigencia, como puede comprobarse recorriendo cualquier distrito de las ciudades más importantes del país. Tanto en Lima Metropolitana como en las capitales de regiones, las constructoras levantan edificios que pueden ir de 6 a 15 pisos, con ofertas de departamentos financiables con las principales instituciones de banca privada, previo pago de cuota inicial. Los precios de las unidades de vivienda -de 1, 2 o 3 dormitorios- son diversos por supuesto, según variables como el metraje, la ubicación, la presencia de áreas comunes y adicionales como depósitos, cocheras, etc. Y aunque la demanda ha aumentado mucho debido a la enorme cantidad de familias jóvenes y profesionales independientes que desean adquirir un inmueble, estos precios no hacen más que subir y, en algunos casos de zonas residenciales, pueden ser realmente exorbitantes.

Cumplir el sueño de la casa propia puede ser, literalmente, motivo de la pérdida del sueño de los trabajadores en estos tiempos, debido a las altas cuotas que resultan tras pactar un crédito inmobiliario, aun cuando este pueda prorratearse a 25 o 30 años. Los bajos sueldos de la mayoría de la población económicamente activa, la gran cantidad de trabajadores y familias que solo pueden acceder a la remuneración mínima vital (actualmente en S/. 750 por integrante, en el caso de familias en las que tanto padre y madre trabajan y tienen uno o dos hijos en edad de trabajar), y los altos índices de informalidad en el sector laboral hacen que el susodicho sueño vaya tornándose en pesadilla.

Y si a eso sumamos la inestabilidad laboral y la volatilidad del dólar (la mayoría de proyectos inmobiliarios se cotizan en moneda extranjera) la historia ya es de terror para un porcentaje muy alto de trabajadores dependientes o independientes que no tienen acceso a empleos cuyas remuneraciones les permitan ahorrar y en un tiempo medianamente corto -digamos, por ejemplo, 3 años- conseguir ahorrar lo suficiente para dar la cuota inicial, equivalente al 10% del valor del inmueble y, pasado ese tramo, proceder a la firma del contrato que durante dos o tres décadas unirá a la persona, pareja o familia a un banco.

En ese contexto, es necesario hacer una matemática simple para determinar si una pareja de trabajadores promedio, con edad para pensar en tener su propio departamento (con carga familiar de un hijo, menor de edad, como mínimo), puede pensar seriamente en que, retirando sus respectivos 25% de fondos acumulados en las AFP a las que pertenezcan, lograrán alcanzar la necesaria cuota inicial para el ansiado departamento. O si la suma de ambos fondos representará una amortización que les permita respirar durante una cantidad de meses que realmente valga la pena, en el caso de que ya estén cancelando un crédito inmobiliario por el departamento en el que viven.

Planteemos una situación hipotética, tomando como ejemplo una pareja de 40 años cada una, habitantes de Lima Metropolitana, en la que ambos trabajan y cotizan en el sistema previsional peruano, en AFP: Como todos sabemos, las AFP llegaron al Perú en el año 1993, por lo que dos personas de 40 años tenían, en ese entonces, 17. Esto significa que, a esa edad, o estaban estudiando a tiempo completo sin trabajar, o estaban combinando estudio y trabajo en alguna experiencia laboral de remuneración mínima, simbólica o nula, de prácticas, con ingresos que califican más como propinas o viáticos que como sueldos reales.

Si estas personas comenzaron a laborar en el sector formal, firmando contratos con beneficios sociales -entre los cuales está el descuento de aporte a la AFP- uno o dos años antes de egresar de la universidad, a la cual ingresaron en el año 1994 con 18 años de edad -en el mejor de los casos- significa que llevan trabajando un aproximado de 20 años, en el supuesto de que en esos 20 años hayan conservado sus empleos de manera ininterrumpida o que, si han pasado de un empleo a otro (como le ha ocurrido a la mayoría de personas que se incorporaron al mercado laboral en la década de los 90s), los periodos en que estuvieron desempleados no hayan sido mayores a un año. Por lo que podríamos decir que una persona promedio, que actualmente tiene 40 años de edad (hombre o mujer), y que solo ha tenido trabajos formales durante ese tiempo, ha aportado a su AFP entre 15 y 20 años, con fluctuaciones y variables de por medio, y sin entrar al detalle para no enredar demasiado el ejemplo.

Para adquirir un departamento, por ejemplo, en el distrito de Breña -uno de los más cómodos en precios cuando hablamos de viviendas- es necesaria una cuota inicial de aproximadamente S/. 15,000. Esto equivale a decir que el departamento en cuestión tiene un valor de S/. 150,000 (o $ 50,000 aprox.), un precio bajo según como se mueve el mercado actual de inmuebles. Para pagar una inicial de S/. 15,000, la pareja tendría que aportar, en partes iguales -en el mejor de los casos- S/. 7,5000 cada uno. Lo que significa que cada uno debe tener un fondo acumulado de AFP de S/. 30,000 cada uno.

Con 20 años de aportación a la AFP -entre 1996 y 2016- el fondo acumulado de un trabajador promedio que actualmente esté ganando S/. 2,500 (lo cual no significa que haya ganado esa cantidad en esas dos décadas) asciende aproximadamente a S/. 25,000. La cuarta parte de esa cantidad es de S/, 6,500). Cifras más, cifras menos, la pareja hipotética de nuestro ejemplo estaría en condiciones de llegar, raspando, a la cantidad que necesitan. Y lo que falte lo podrían obtener a través de algún préstamo familiar (padres, hermanos) y lanzarse a firmar el crédito hipotecario. Para adquirir un departamento en Breña. Si lo que quieren es vivir en Jesús María, Pueblo Libre o San Miguel, las cosas comienzan a complicarse. Ni hablar de otros distritos como San Isidro o San Borja, en que los departamentos no bajan de $ 80,000 como mínimo.

En el caso de programas estatales de vivienda como Mi Vivienda o Techo Propio, según recientes declaraciones del Ministro de Vivienda, Construcción y Saneamiento, Francisco Dumler, la oferta de departamentos va desde S/. 67,000, aunque no da detalles de las dimensiones y equipamiento (cantidad de habitaciones, baños, entre otros) que tienen estos proyectos inmobiliarios ubicados en los distritos de Carabayllo, Puente Piedra, Comas, Independencia y San Juan de Lurigancho. Para las familias que deseen adquirir vivienda en estos distritos, la opción de retiro del 25% de sus fondos de AFP sí resultaría viable.

En el caso de las amortizaciones de cuotas de un crédito ya aprobado, siguiendo con el caso de nuestro ejemplo, puede resultar muy beneficioso en el caso de aquellas familias que están cancelando un crédito de Techo Propio en que las cuotas pueden ser de S/. 400 o S/. 500 mensuales ya que con un retiro de 25% de AFP combinado que llegue a los 12,000 están en posibilidades de realizar un adelanto de pago de su crédito inmobiliario de aproximadamente 6 meses, lo cual sí representa un respiro para la economía cotidiana. Sin embargo, si las cuotas superan la barrera de los S/. 1,000 mensuales, las cosas nuevamente se complican pues, como hemos visto, los montos acumulados de AFP en personas cuya edad promedio oscile entre 25 y 40 años no son lo suficientemente altos como para la cuarta parte disponible se convierta en una verdadera opción para amortizar una deuda a 20 o 25 años con la institución bancaria que haya financiado su vivienda.

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