El caso Uber y su relación con la seguridad social moderna

El caso Uber y su relación con la seguridad social moderna
A simple vista, no existe conexión entre el tema de moda -el servicio de taxis privados Uber- y la seguridad social. Sin embargo, hay temas como el sistema de remuneraciones a los choferes sociados y las consecuencias que la existencia de esta novedosa forma de traslados urbanos puede tener sobre cómo entendemos este rubro laboral son materias que también merecen ser analizadas desde la óptica del futuro para los trabajadores captados por esta trasnacional que ha desatado una ola de debates entre usuarios defensores de sus tarifas y servicios y un amplio sector de taxistas -informales y formales- que consideran sus estrategias de marketing como lesivas para su actividad. En esta nota, extraída de la página web en inglés de la Asociación Internacional de la Seguridad Social-AISS, el presidente de este organismo mundial, Sr. Hans-Horst Konkolewsky, analiza algunas de las consecuencias de la nueva economía digital para la seguridad social.

Pocos negarían la revolución que la economía digital ha supuesto en nuestras vidas. Las personas y las empresas recurren a las posibilidades que ofrece Internet, así como a las redes y a las ventajas que traen consigo, para transformar la forma de comprar, vender, socializar, buscar asesoramiento médico y trabajar. Los beneficios de la nueva economía son múltiples, pero el impacto en la seguridad social tal y como la conocemos es significativo, y requerirá respuestas innovadoras.

El crecimiento económico y el desarrollo social

Las promesas y los riesgos de la tecnología no son nuevos. Desde los albores de la revolución industrial, las oleadas de cambio en la economía han generado nueva riqueza y han ocasionado trastornos a millones de trabajadores. En respuesta, los primeros regímenes de seguridad social surgieron como un modo de garantizar los derechos fundamentales de los trabajadores y de restablecer el equilibrio entre las empresas y los trabajadores.

El desarrollo económico sin precedentes del siglo XX estuvo acompañado de múltiples convenios y nuevos derechos, muchos de los cuales tuvieron su origen en la OIT: la reglamentación del horario de trabajo, la seguridad y la salud y los derechos sindicales, se convirtieron en el fundamento del trabajo y de los derechos de los trabajadores.

Sobre todo, el avance de la seguridad social, y la protección que ofrece a las personas y sus familias, es sin duda uno de los mayores logros sociales del siglo pasado. Ahora bien, es precisamente este fundamento el que debe adaptarse a la evolución del mundo del trabajo.

El reto de la transformación digital
Nuevas formas de empresas de la economía “de bolos”, simbolizada por el servicio de taxi Uber, han generado actividad económica y han aportado flexibilidad, sin embargo, para muchos trabajadores, esta actividad está mal remunerada y se encuentra fuera de los dispositivos formales. Las líneas tradicionales entre “empleador” y “empleado” son cada vez más difusas, y las franquicias, la subcontratación y la globalización de las cadenas de suministro, acarrean la dilución o la omisión de la responsabilidad relativa a los derechos fundamentales de los trabajadores.

La Seguridad Social bajo presión
La magnitud de la transformación del mundo del trabajo no ha hecho más que comenzar a quedar patente. Las nuevas formas de trabajo “atípico” y las carreras profesionales flexibles, junto con los empleos a tiempo parcial y temporales, predominan cada vez más. Las “nuevas modalidades de trabajo”, aunque son liberadoras para algunos, someten a las personas a una presión creciente, y se observa un preocupante aumento de problemas psicosociales relacionados con el trabajo, que llevan en algunos casos al agotamiento e incluso a la exclusión debido a condiciones de salud mental invalidantes, lo que acarrea consecuencias tanto para el acceso a la seguridad social como para su financiación.

La transformación requerirá innovación en la Seguridad Social
Algunas de las posibles respuestas son la prevención centrada en la persona tanto de los riesgos relacionados con el trabajo como de los de otro tipo, la garantía de la protección universal, junto con la focalización inteligente de las prestaciones en favor de los más vulnerables, una mejor portabilidad de los derechos y nuevas formas de recaudación de cotizaciones. Muchos países ya complementan sus sistemas de pensiones con una garantía de prestación mínima que se basa en condiciones que son diferentes a las de las cotizaciones de una sola persona. Otros buscan nuevas formas de definir la base de financiación para las prestaciones sociales, más allá de los ingresos gen erados exclusivamente por el trabajo.

Fuente: Página web de AISS

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